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El deporte es cosa seria


En la mayoría de los casos descubrimos nuestras pasiones por accidente. Así fue como yo descubrí el basquetbol. Creo que fue en sexto de primaria; me invitaron a entrar al equipo y acepté sin saber bien de qué se trataba. Terminé jugando los siguientes 7 años de mi vida, disfrutando de las emociones más grandes que un deporte te puede brindar. Tuve la oportunidad de jugar en torneos juveniles distritales, regionales y nacionales. Hoy casi veinte años después de haber descubierto una de mis más grandes pasiones, repaso en la memoria las emociones que circulaban por mi cuerpo todos esos años que jugué, y las extraño más que nunca. Tenía toda la ilusión de seguir jugando en la universidad, pero tuve que tomar una de esas decisiones difíciles: seguir jugando para llegar a ser jugadora profesional, escoger una universidad por su equipo de basquetbol aunque no tuvieran la carrera que yo quería, o dejar de jugar y estudiar algo que me llevara a ser una profesional exitosa. Lo triste es que no fue una decisión tan difícil, yo tenía muy claro que debido a las condiciones del deporte femenil en México, y las pocas posibilidades de llegar a ser profesional, seguir jugando ni siquiera era una opción.

Estoy segura de que hay millones de historias como la mía. Y estoy segura de que todas las que tuvieron que tomar decisiones como esa, tomaban el deporte como algo muy serio. Yo no jugaba para verme bonita ni para bajar de peso; mi intención no era conseguir novio ni llamar la atención de nadie. Jugaba porque amaba el deporte, porque mi mayor motivación era ser la mejor y sabía el trabajo, el esfuerzo y la dedicación que eso requiere. Entrenar no era un juego, no había tiempo para quejas ni excusas. Los partidos hacían que el tiempo se detuviera. Toda mi concentración estaba en la pelota y en mis compañeras. Eramos una sola, trabajando y luchando por un mismo objetivo. No había sensación que te llenara de tal éxtasis como la de ganar. Las derrotas eran duras, pero solo provocaban seguir dando lo mejor de ti en cada partido. Hubiera dado lo que fuera por seguir jugando. Incluso hubo una época en la que se abrieron posibilidades, pero eran solo eso, posibilidades. Iba a ser casi imposible que se convirtieran en realidades.
Yo no pude seguir mi historia en el basquetbol, pero hay muchas mujeres que han luchado incansablemente para lograr sus más grandes sueños. ¿Sabes quiénes son Caterine Ibargüen, Serena Williams, Idalys Ortiz, Mia Hamm, Florencia Habif, Tina Charles, Mariana Pajón, Doménica Azuero, Paloma Noceda, Sara López, Paola Longoria, Camila Valbuena y Etiene Madeiros? Estoy segura de que conoces un par de estos nombres, tal vez un poco más. En realidad es una lista aleatoria de nombres de mujeres deportistas en la actualidad, no solo de basquetbolistas. Pero todas ellas tienen una historia llena de logros y récords; comparten una determinación y fuerza admirables. Mi objetivo es encontrar esas grandes historias, y las que no llegaron a grandes historias, y contarlas aquí de tal manera que inspire a otras mujeres y que cautive a los hombres. Creo que el mundo necesita más voces que canten lo grandes que son las mujeres en el deporte; porque para nosotras el deporte es cosa seria.